sábado, 17 de noviembre de 2012

Pluma Con Sangre

                                                      Pluma Con Sangre

Mi pluma escribe en color rojo, se ha llenado de mi sangre, mi espíritu ya no está en mi cuerpo, mi cuerpo ha sido desollado, triturado, calcinado. Mis cavidades oculares sin ojos alguna vez dictaron a mi pluma las imágenes del dolor, de la muerte, del abuso, de la pobreza. Mis pies carbonizados caminaron varias veces por la cuerda floja en la que me puso él, hasta que caí en un vacío. Me culpé por mi desequilibrio, ahora se, que él movió la cuerda.

Caí en medio de un público que aplaudía mi muerte y se reía de mi desdicha. Llenos de lágrimas y emoción vitoreaban al que me hizo caer. Todos se admiraban de como un imbécil, utilizado para matar, para ejecutar sus servicios, haya acabado de un soplo conmigo. Ese Imbécil que se transformaba, algunas veces, en un costal de huesos con vida, era un drogadicto y ladroncillo. Le decían “La chiva”, y era la primera vez que mataba el cuerpo de alguien.

Sí, me refiero a ese ladroncillo chimuelo que salió en los periódicos varias veces por robo de comida y que fue detenido a cuatro años de mi muerte. Ese mismo que en su cinco sentidos nunca había matado una mosca. Fueron cuatro largos y angustiantes años para mi hermano del alma, presunto culpable de haberme matado por supuestos celos, celos que no existían, ni infidelidad que no sucedió entre su mujer y yo. Hoy está libre, pero separado de su mujer, alejado de sus hijos, atormentado por las mentiras del sistema “perfecto” y vejado por la confusión. Esa confusión que llegó a hacer creer a su esposa, que yo y él, éramos narco periodistas.
Todo por ese ladroncillo, muerto de hambre, esclavo de la miseria, que por unos centavos se convirtió en títere de un grupo de poder; al que afectaron mis palabras adornadas de poesía. Ese Ignorante, que al final se quedó solo. En sus fotos de preso sólo lo acompañan titulares como:

“No existe autor intelectual”, 


“Asesinado por unos zapatos”, 

”Al chiva le dan 30 años de cárcel”.


En su esquizofrénica farmacodependencia le he escrito las siguientes palabras en su cabeza:

“Te dieron 30 años, y ya no estás en casa para drogarte, alcoholizarte y golpear a tus hijos y esposa. Al menos, aunque me des lastima, eso me hace sentir bien.

Puede que no sea tu culpa porque para matar tu hambre, tus necesidades básicas, tu frustración, tus deseos de tener los lujos que se anuncian en los medios, recurriste al cigarro y el alcohol, a la cocaína. Te volviste esclavo del narcotráfico; sus bancos y sus políticos.

Me enteré de que no te dieron el dinero que te prometieron y que tus argumentos no fueron escuchados, fueron inventados por ese juez; amigo de los que me mandaron asesinar.

Posdata. Yo no te persigo, ni me meto en tu cabeza, para hacerte ver cucarachas o ratas que te devoran. Yo no soy ese. Ese es el que quiere que mates nuevamente, porque no está satisfecho, la deuda, ni el precio están saldados.

Saludos de Arturito, periodista desterrado de la tierra, periodista expulsado de la vida”.

Re-escribir esta carta en la cabeza de “La chiva”, me hace sentir bien, me quita peso de encima. Sin embargo nada me devolverá mi preciada existencia, menos aún mi pluma sin sangre. Porque así lo quiso la ambición humana. Obtener dinero a cualquier precio es la directiva que guía al mundo. Es decir: “el fin, justifica los medios”. Este sistema humano que nos gobierna es “perfecto” y está en armonía. Es sin duda un sistema de libre mercado donde casi todo se vende, se roba o se aniquila.

Yo nunca me vendí, aunque la creencia de muchos es que “Todos se venden”. No soy una mercancía, mis palabras no son un producto. Escribía, expresaba lo que pensaba y me pagaban por ello, me satisfacía ser la voz del pueblo, del triste, del hambriento, del abusado…El libre pensamiento adornaba mi lugar de trabajo. Pero vino entonces el reconocimiento de la gente al periódico y con él, las ganas de crecer, de todos somos uno.

Mi Director me decía:

“Escribe a favor de este”, “no hables de aquello”, “esto no sale”.

“Es lo que venda”, “lo que diga el gobierno”.


En tiempos de elecciones era mover, acomodar el texto a favor del mejor postor. Me negué, discutí, defendí mi lucha, argumenté, y decidí marcharme si no permanecía libre como el viento. Mi opinión era fundamental, todos cambiaron y yo seguí en libertad, una libertad que al final me picaba como avispa, me perseguía, me espiaba, me cuestionaba y me confundía con las palabras de los que me rodeaban y de los que me odiaban. Una libertad que ya no lo era y que me hizo dejar a mi mujer, a mis hijos para no dañarlos. Una libertad que no aborté, la deje vivir en mí.

Por eso me mataron, como a todos, incluyendo aquellos que se vendieron al mejor postor. Todo comenzó cuando vino el autoritarismo, la violencia, la muerte y los mató primero a ellos. Fue su castigo por no hablar bien del gobierno y sus gobernantes, por no decir que sus caras son hermosas, sus culos apestan a flores, son excelentes seres humanos, los más caritativos, honestos e inmaculados. No había límite, ellos eran sirvientes de las letras, ya no podían escribir sin espacio, sin mayúsculas, sin palabras altisonantes como “corrupción”. Ellos están aquí, detrás de las sombras, no pueden escribir, sólo desgarrar su carne con sus plumas. Yo escribo todo lo que veo y cada palabra me alivia, me transforma, me hace sentir mejor y me devuelve la calma. Fui lo que quise ser, estoy como quiero estar; escribiendo. Estoy mejor, cada vez mejor….y la vida, el aliento, mis hijos están en mis palabras, me las responden, las adornan, las embellecen, tengo ese privilegio que ellos no tienen. Sólo tengo que esperar a que se termine mi sangre en mi pluma.

Rosalba Chávez Bocanegra. México. http://Rosalba_cb@hotmail.com

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